lunes, 12 de octubre de 2020

El método científico o el día de la Marmota

Por todos es sabido que el currículum de la ESO es bastante reiterativo en lo que a contenidos se refiere. Uno de los que más se repite en las materias de Ciencias es el método científico, desde la Biología de 1º ESO hasta la Física y Química de 4º ESO. En estas semanas, es posible que haya dibujado el mapa mental sobre las fases del método científico mínimo unas diez veces. ¿Cómo trabajar entonces el tema sin que los alumnos tengan la impresión de vivir en el día de la Marmota? Os dejo algunas propuestas por si fueran de utilidad.

En Biología de 1º ESO, curso en que los alumnos presentan un gran interés por el aprendizaje, el método científico podría plantearse como un proyecto trimestral con peso en la evaluación. Se trataría de que realizasen una investigación doméstica sencilla y elaborasen el informe correspondiente. El libro de texto plantea el experimento de Darwin sobre las semillas de alpiste. Una alternativa en tiempos de COVID, sería el experimento con pan de molde sobre la importancia de la higiene de manos. Una actividad de interés para que los alumnos practiquen la observación y la recogida de datos a lo largo de varias semanas. https://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/10/02/59cbd7d6e5fdeacc7c8b45f1.html

En Biología de 3º ESO, el método científico adquiere un enfoque más teórico. Con solo dos horas semanales, la materia se reduce a su mínima expresión. Previa explicación de las fases por parte del profesor, se entregaría a los alumnos dos textos sobre grandes descubrimientos de la Medicina - la vacuna de la viruela de Jenner y la penicilina de Fleming - en los que los estudiantes habrían de identificar cada una de las fases. Esta actividad permitiría aplicar conocimientos y contribuir al desarrollo del pensamiento deductivo, introduciendo transversalmente el tema de la prevención y tratamiento de las enfermedades infecciosas (Si te interesa, te envío por correo los textos).

En Física y Química, desde 2º a 4º ESO, convendría centrarse en la fase de resultados, realizando actividades de interpretación de tablas y gráficas, las cuales resultarán muy útiles en temas próximos. Así mismo, se mostraría un "paper" de investigación real en el que se señalarían sus distintas partes: introducción, material y métodos, resultados y discusión y bibliografía. Sin olvidarnos, por supuesto, del más que socorrido período del péndulo. Esta experiencia, en caso de no acudir al laboratorio, podría trabajarse en el aula, utilizando alguno de los numerosos vídeos de Youtube al respecto. https://www.youtube.com/watch?v=DVsxDRI7Ggc

martes, 29 de septiembre de 2020

Docencia igual a supervivencia

El inicio de curso siempre es un momento estresante, cuanto más con la que está cayendo. Protocolos cambiantes, horarios provisionales, aulas espejo, alumnos ansiosos y profesores estresados. Si a ello sumamos las mascarillas, un batiburrillo de gente que no se entiende. Profesores que se quedan sin voz y alumnos que no escuchan. Qué difícil estudiar en estos tiempos en los que por no poder intercambiar material, dependemos de la informática, y cuando esta nos falla, nos quedamos en cueros. Veamos pues cual sería la situación en el aula COVID.

Supongamos que en una clase hay treinta alumnos apretados con mamparas de por medio. Los de las filas de atrás no ven la pizarra con tanto reflejo y el caos se desata cuando los pobres quieren seguir la clase. Soluciones posibles: a) usar pizarra digital y compartirles pantalla para que vean lo que escribes en sus ordenadores, b) colgarles en la plataforma una fotografía del mapa mental que has elaborado para que lo copien en sus cuadernos. Paso previo, encomendarse a todos los santos para que la red aguante.

Supongamos que en otra clase de treinta alumnos, cinco de ellos se turnan diariamente para ir al aula-espejo, esto es, un aula vecina en la que por videoconferencia pueden seguir la clase. El profesor debe activar la parafernalia correspondiente, asegurarse de que la cámara enfoca el encerado y compartir pantalla. La ansiedad va en aumento cuando la red se cae, la emisión se detiene y perdemos a los del otro lado. En el aula-espejo, la desesperación crece al no escuchar las explicaciones, bien porque la red se cae, el ordenador se queda sin batería o el micrófono no es capaz de recoger la voz del profesor embozado. 

Los momentos de alivio son aquellos en los que bebes agua. El esfuerzo vocal es tal que la garganta se seca en un instante. El problema surge cuando después de tanto "drinking", te dan ganas de ir al baño y no tienes tiempo, ya que los alumnos han de estar permanentemente custodiados, también en el patio. Bajas al recreo con el grupo con el que estabas, los vigilas diez minutos y cuando llega el compañero a darte el relevo, vas a buscar al siguiente grupo de clase. Engulles una manzana y aprovechas esos deliciosos minutos para tomar algo de aire, ya que la cabeza empieza a dolerte por efecto del dióxido de carbono exhalado. Y al terminar la jornada, vuelves a casa extenuado. La batalla ha comenzado.

viernes, 28 de agosto de 2020

Guía para ser profesor en la escuela privada

La gran mayoría de las personas que cursan el Máster de Profesorado, se dedican a estudiar oposiciones para convertirse en funcionarios públicos. Algunos se apuntan a academias y se dedican íntegramente a ello, otros lo compatibilizan con trabajos, ya sea dentro o fuera del ámbito educativo. Sin lugar a dudas, la educación pública es la opción que mayor estabilidad ofrece al profesorado. Sin embargo, existen otras opciones para ejercer la enseñanza, que son los colegios privados y concertados, en donde la contratación se basa en el currículum y experiencia, la valía de cada uno y las materias que el docente pueda impartir, esto es, las famosas habilitaciones.

A este respecto, existe una normativa nacional en la que se especifican las materias que un licenciado/diplomado/graduado puede impartir en función de sus estudios. Algunas habilitaciones se consiguen "de facto", esto es, para las materias cursadas específicamente en la carrera. Otras, han de ser justificadas mediante los créditos cursados en la universidad relacionados con la materia para la que uno pretende habilitarse, exigiéndose actualmente un total de 24 créditos para obtener una evaluación positiva. Las comunidades autónomas abren plazo para solicitar habilitaciones unas tres/cuatro veces al año, siendo la documentación requerida: certificación académica, título de Máster de profesorado y en el caso de comunidades como Galicia, acreditación del conocimiento de lengua gallega.

Una vez conseguidas las habilitaciones, comienza la búsqueda activa de empleo. En los tiempos que corren, lo más frecuente es hacerlo a través de Internet. Para ello, lo primero es disponer del listado de centros de nuestra comunidad. En el caso de Galicia, la Consellería dispone de un buscador de centros en el que podemos filtrar por provincia, titularidad del centro y régimen de enseñanza. Al extender la búsqueda a toda la comunidad, obtendríamos un total de 157 colegios concertados y 19 no concertados, en los que se imparte enseñanza secundaria. En este listado, se incluye la dirección web de cada colegio.

A la hora de enviar currículum, lo más recomendable es visitar la web de cada centro. En algunas, hay un apartado "trabaja con nosotros", en el que a través de un formulario podemos presentar nuestra candidatura. Otras, disponen de una bolsa de trabajo en la que podemos registrarnos, que englobaría todos los colegios de una orden religiosa en concreto. En algunos casos, sin embargo, encontrar un email de contacto supone tomarse un tiempo navegando en la página. Aunque algunos centros facilitan en su web el email de dirección, lo más frecuente es que aparezca el general del centro o en su caso, el de secretaría, a donde remitiremos nuestro correo. En algún caso, recibiremos un email de confirmación programado, en el que nos informan de la inclusión en su base de datos. En la mayoría, silencio absoluto. Una vez hecho esto, solo resta esperar pacientemente a que suene el teléfono. Buena suerte!

miércoles, 12 de agosto de 2020

Alternativas docentes en tiempos de COVID

A un mes de la vuelta al cole, la incertidumbre en la comunidad educativa es total a causa de la pandemia. Tras un final de curso atípico, uno nuevo está a punto de empezar en ausencia de una normativa sólida que garantice la seguridad de alumnado y profesorado. Y es que el sector educativo, como otros tantos basados en la relación persona a persona, están sufriendo las graves consecuencias de la crisis sanitaria. Por este motivo, las opciones de trabajo del profesorado se han visto claramente mermadas. Analicemos los distintos sectores educativos al margen de la función pública y sus dificultades de cara al próximo curso. 

En primer lugar, estarían los colegios privados-concertados. Ante la perspectiva de tener que combinar enseñanza presencial y telemática en el próximo curso, estos colegios optarían por ampliar jornada a los profesores en nómina en lugar de contratar más personal para asumir la docencia de las distintas asignaturas. Además, muchos centros se han visto obligados a realizar reformas para cumplir con las medidas sanitarias, reduciéndose así los presupuestos para contratación. Por este motivo, resultaría difícil hacerse un hueco en el equipo docente de estos centros durante el próximo curso.

En segundo lugar, estarían las academias. Muchas de ellas han tenido que cerrar a causa de la crisis y las que subsisten, lo hacen con el personal justo. La respuesta más repetida es "lo siento, pero dadas las circunstancias, no podemos ofrecerte un puesto de trabajo". Las academias, cuyos locales suelen ser  reducidos, se enfrentan a un gran desafío para poder mantener la distancia de seguridad en las aulas. Algunas se plantean pasarse a la docencia on line, muchas penden de un hilo, a la espera de lo que ocurra el próximo curso.

En tercer lugar, estarían las clases particulares. En este sector, se trataría de vencer la resistencia de muchas familias a abrir las puertas de su hogar a un extraño, con los riesgos que esto conlleva. Impartir particulares a distancia y explicar ecuaciones con la mascarilla puesta sin poder tocar siquiera la libreta del alumno, me parecen tareas fáciles para un superhéroe pero no para un profesor normal y corriente. 

La alternativa a estas opciones, sería por tanto la docencia on line. Son muchos los profesores que, por su propia cuenta, se han hecho famosos en Youtube, haciendo de sus vídeos una forma de subsistencia. Por otra parte, son abundantes las ofertas de empresas dedicadas a la teleformación, cuyos anuncios proliferan en portales como LinkedIn, Infojobs o Infoempleo. Estas empresas reclutan profesorado para sus cursos virtuales, lo que actualmente constituiría una opción viable para profesores desempleados.

Por último y no menos importante, estaría la opción del voluntariado educativo, ya sea en tu propia ciudad o en el extranjero. Obviamente, se trata de una actividad no remunerada, que posiblemente habría que combinar con otra fuente de ingresos. En portales como hacesfalta.org, se pueden encontrar diversas ofertas de voluntariado internacional en el ámbito educativo. Esta opción estaría condicionada a las restricciones de viajes a causa de la pandemia, pero, sin lugar a dudas, podría ser la más gratificante a nivel personal. 

viernes, 10 de julio de 2020

Burocracia en tiempos de coronavirus

De nada sirven más de doce años de experiencia peleando con la Administración (becas, matrículas, solicitud de acreditaciones, etc. ) cuando se trata de realizar un nuevo trámite y más, en los tiempos que corren. Porque si ya de normal, las cosas de palacio van despacio, imaginaos en tiempos de coronavirus, donde si no consigues cita previa, estás perdido. Los plazos de entrega son inamovibles, así que no queda otra que apañártelas como puedas para recabar la documentación necesaria y ser capaz de registrarla. Y es que todo sería más fácil si hubiese un procedimiento telemático, pero para desgracia del solicitante, este brilla por su ausencia. 

Pongamos por caso que la Administración correspondiente publica una resolución para inscribirse en listas de contratación de profesorado. El plazo es de diez días hábiles. A diferencia de la inscripción en oposiciones, en este caso, no existe procedimiento telemático. Tu sexto sentido te dice que empieces pronto a recabar la documentación necesaria, no vaya a ser que te falte algo y los servicios de gestión académica de la universidad se retrasen. Grata sorpresa te llevas, cuando responden rápido. Después de leer varias veces el texto oficial de la convocatoria, sigue sin quedarte claro qué es lo que tienes que presentar pero el tiempo apremia, le echas imaginación y sigues adelante. 

Decides fotocopiar todos los méritos, quizás lo hagas por quintuplicado si son cinco a las listas que pretendes apuntarte. Unos 7 euros aproximadamente en fotocopias. Súmale las tasas de inscripción y estarás fácilmente en los 100 euros. Tras pasar varios días organizando los documentos de acuerdo a la solicitud, acudes al órgano correspondiente, donde habías pedido cita una semana antes, convencida de que por fin, podrás formalizar tu inscripción. Cometes el error de no llevar los documentos originales y el funcionario de turno, se niega a compulsarlos. En ningún sitio se especificaba que tuvieses que llevarlos, pero has perdido tu cita, se siente. Para más inri, la próxima hora libre en el registro es cinco días después de concluir el plazo. Maldita suerte la tuya.

El funcionario ve tu cara de consternación y te sugiere que acudas al Registro Civil, donde suele haber menos gente. Aún hay esperanza para ti. Te diriges como alma en pena al edificio correspondiente, el guardia de seguridad te persigue y te indica amablemente que pidas cita previa. Por designio divino, hay hueco antes de que concluya el plazo. Cruzas los dedos y esperas que nada más se tuerza, pues los días pasan y se acerca la fecha límite de entrega. Moraleja: cuando de trámites administrativos se trate, ármate de paciencia para el combate. Pregunta a alguien que sepa o busca tutoriales por Internet, pues es posible que con tanta vuelta, te acabes sintiendo como un auténtico botarate.

martes, 16 de junio de 2020

Encuestas de satisfacción

Sin lugar a dudas, este curso académico ha sido excepcional. Quién nos iba a decir en septiembre que en junio lo terminaríamos de esta forma. A falta de celebraciones de final de curso, sólo nos queda despedir a nuestros alumnos de forma telemática y que sean ellos los que evalúen la materia y nuestra labor como docentes. Conocer la opinión de nuestro alumnado es esencial para mejorar en nuestro trabajo. Por este motivo, envié a mis alumnos de 2 º y 3 º ESO un Formulario de Google de valoración del curso para cubrir de forma anónima. 

En primer lugar, cabe destacar que la participación en 2 º ESO ha sido de un 77 % frente al 45 % de alumnos de 3 º ESO. Estos resultados son quizás el reflejo del nivel de compromiso de los alumnos con la materia. Estos porcentajes pueden deberse a que de los 13 a los 14 años, en el paso de 2 º a 3 º, los chavales empiezan a preocuparse más por otros temas al margen de lo académico. Me atrevería a decir que es en este curso cuando se produce el verdadero tránsito de la infancia a la adolescencia, cuando el grupo de iguales cobra mayor importancia que la familia. 

En cuanto a los temas que más difíciles resultan a los alumnos son, en 2 º ESO, el estudio del movimiento y las fuerzas (27 %) y en 3 º ESO, la formulación inorgánica (67 %). Estos resultados se justificarían por tratarse del primer tema de Física en 2 º ESO, en el que los alumnos se inician en la interpretación de gráficas, algo nuevo para ellos, que probablemente no hayan visto en Matemáticas antes. En 3 º ESO, la formulación inorgánica es, sin lugar a dudas, el caballo de batalla del alumnado. Esto es así, pues el tema requiere por una parte, memorizar los símbolos de los elementos y sus valencias y por la otra, interiorizar el procedimiento para formular intercambiando valencias y simplificando. 

A la pregunta "si tuviéramos más horas de clase, ¿a qué te gustaría que se dedicasen?", en torno al 70 % de los alumnos de ambos cursos, eligen las prácticas de laboratorio. Mientras que en 2 º ESO, con tres horas a la semana, las visitas al laboratorio son más frecuentes, en 3 º ESO, con solo dos horas semanales, resulta casi imposible encontrar tiempo para ello. Por otro lado, trabajar con grupos tan grandes es muy complicado en el laboratorio, siendo necesario desdoblar para que los alumnos puedan trabajar con seguridad y comodidad. 

Solo un 18 % de los alumnos de 2 º ESO han necesitado clases particulares de la materia frente a un 42 % en 3 º ESO. Esta diferencia podría justificarse por la diferencia de horas semanales, resultando las dos horas de 3 º ESO insuficientes para la completa comprensión de los contenidos. 

En lo que respecta al aprendizaje autorregulado durante el confinamiento, entre el 62 % (2 º ESO) y el 72 % (3 º ESO) de los alumnos afirman haberse adaptado sin problemas a este tipo de aprendizaje. Estos datos serían esperanzadores en el supuesto de tener que aplicar la teledocencia en un futuro. Es curioso porque un porcentaje considerable de alumnos dicen aprovechar mejor el tiempo en sus casas que en el aula. 

Para concluir, más del 65 % de los alumnos de ambos cursos, dicen haber aumentado su interés por la ciencia entre mucho y bastante tras cursar esta materia. ¿Estarán entre los alumnos de hoy los científicos del futuro? Yo estoy convencida de ello. 

sábado, 2 de mayo de 2020

No hay ocaso para el acoso

Hoy, día mundial contra el acoso escolar, he leido en redes un relato estremecedor. Una adolescente confesaba su felicidad por estar confinada en casa y no tener que ir al colegio, donde estaba siendo acosada. En ese momento, me han venido a la cabeza otras muchas historias, incluida la mía propia. Por todos es bien sabido que la adolescencia es una etapa en la que la autoestima es extremadamente vulnerable y flaquea al mínimo embate de nuestros congéneres. No es fácil ser diferente y menos, en una época en la que lo que los otros piensen de nosotros, define en buena medida quienes somos.

Se ha hablado mucho estas semanas de los perjuicios del confinamiento en el desarrollo evolutivo de los adolescentes, ya que estos se nutren de las relaciones sociales. En estos tiempos, no han podido juntarse en los parques, charlar, hacerse fotos o elucubrar sobre sus amoríos. Tampoco han podido encontrarse en discotecas, en las que dar rienda suelta a sus ganas de experimentar. Y si bien una parte de los adolescentes, echarán todo lo anterior de menos, otra parte se sentirá en calma fuera del entorno escolar, donde lejos de la presión grupal, cada persona puede ser como quiera y hacer lo que le parezca.

Que niños y adolescentes están colmados de virtudes es una realidad, pero también lo es la crueldad que muchos manifiestan en ciertas ocasiones. Yo, como la mayoría de personas, fui objeto de burlas en mi época escolar. Primero en el colegio, por mi escasa altura y porque me gustaba jugar al fútbol con los niños. Por aquel entonces, los estereotipos de género ya hacían destrozos. Después en el instituto, porque no me gustaba ir de botellón, fumar o enrollarme con desconocidos. Por último, en la universidad, donde se suponía que lo que había que hacer los primeros años era desfasar en lugar de estudiar. Aun recuerdo como dejaba que me maquillasen para las fiestas, cuando yo lo detestaba.

Pasados los años, me siento afortunada porque nada de esto ha tenido consecuencias traumáticas en mi vida. Todas estas experiencias me han ayudado a reafirmarme en mis convicciones, a construir mi identidad y a afinar mi vista para con los adolescentes que puedan estar viviendo algo similar. Es cierto que a mí nunca me pegaron ni me insultaron abiertamente, lo que sentí fue exclusión social. Sin embargo, tal como han cambiado los tiempos y se ha agravado el acoso a través de Internet, me aterra pensar en las consecuencias que el acoso pueda tener en la vida de cualquier chavala o chaval.

miércoles, 22 de abril de 2020

Diario de un profesor teletrabajador

Son las 8.30- 09.00 a.m. Me levanto pensando en las tareas de hoy. Algunos días, incluso sueño con ellas; o no duermo dándole vueltas a qué les pediré. Desayuno viendo el informativo y enciendo el ordenador. Aluvión de correos recibidos después de las 9 p.m., hora en la que tengo por costumbre, apagar el ordenador. Envío las tareas programadas por partida doble: por la plataforma para los alumnos y comunicado a las familias. En algunos casos, las mando también a emails personales, después de pasar un rato buceando en la bandeja de entrada en la búsqueda de la dirección.

Reviso la entrega de tareas en la plataforma. Intento hacer comentarios personalizados a cada alumno. Parezco una penitente al repetir setenta veces lo mismo. Felicito a los que trabajan. Estiro el cuello para ver las fotos giradas. Registro quien ha entregado y quien no en la hoja de seguimiento. Abro de nuevo la plataforma para informar a padres. Soy como el fisco. Recibo justificaciones varias de los retrasos en la entregas. Hay quien no se maneja con las herramientas informáticas, quien no tiene buen acceso a Internet, quien no se ha organizado bien o quien se ha tomado vacaciones. Dan las 13.00-13.30 p.m. y dejo el ordenador para preparar la comida. La pantalla queda en suspensión, pero el móvil, en el que también he instalado la aplicación, sigue vibrando.

Veo un capítulo de una serie para hacer la digestión y vuelvo al ordenador. Son las 15.30-16.00 pm. En el intervalo de dos horas, ya me han entrado unos quince o veinte correos más. Gracias a dios, muchos son notificaciones de entrega de tareas. No preguntan nada pero hay que confirmar recepción. Con el correo siempre abierto, redacto las próximas tareas y fijo videoconferencias. Aviso a los alumnos de que miren su buzón, al que les llegará la invitación. En la pestaña del email, aparece un uno entre paréntesis (1). Pasa la tarde y hago pequeñas paradas para estirarme, leer un rato, hablar con mi madre. Suena una bocina en la calle, son las 8 p.m. y es hora del aplauso.

Son las 08.05 pm y toca hacer un último chequeo de tareas antes de cenar. Muchos las envían a estas horas. Me pregunto si el trabajo que mando es el adecuado. Algunos las envían al poco de subirlas, otros cinco minutos antes de concluir el plazo. Imposible calibrarlo. Me doy cuenta de que a muchos alumnos  les cuesta organizarse. Dudo si es bueno o malo marcarles plazos. Sin fechas de entrega se dispersan y con ellas, se estresan; es un hecho probado. Me pican los ojos y a eso de las 09.00 p.m., después de doce horas encendido, apago el ordenador. Ceno, veo un poco la tele y me voy temprano a cama, que mañana toca videollamada.

sábado, 18 de abril de 2020

Alumnos coronados

En las últimas semanas, las dificultades de aprendizaje de muchos alumnos se han visto acrecentadas por la telenseñanza. La falta de acceso a medios infórmaticos o el desconocimiento de como utilizarlos han sido los principales obstáculos a los que el alumnado ha debido enfrentarse para seguir en contacto con profesores y escuela. A pesar de lo antinatural que pueda resultar el confinamiento en la infancia-adolescencia, hay un pequeño-gran grupo de alumnos para los que la reclusión está siendo positiva en términos de aprendizaje. Supongo que como salir no se puede, lo que queda es cultivarse.

En primer lugar, están los alumnos diagnosticados de déficit de atención e hiperactividad, a los que les cuesta mucho concentrarse en el aula. Rodeados como están de los compañeros, cualquier cosa les resulta más interesante que lo que sucede en la pizarra. Se distraen ellos y distraen a los demás. Trabajar en casa, de manera individual, bajo la supervisión de un familiar se traduce en una mejora sustancial del rendimiento académico, ya que estos niños están siendo atendidos en sus hogares como lo haría un profesor de pedagogía terapéutica en el aula.

En segundo lugar, están los alumnos que tienen por costumbre ser los más graciosos de la clase. En ausencia de sus congéneres, el gasto de recursos cerebrales se limita a la realización de las tareas escolares. No tienen profesores a los que desafiar ni público que se ría de sus chistes, así que el tiempo que invierten en hacerse notar en el aula, lo emplean ahora en trabajar vía telemática.

En tercer lugar, están los alumnos que, al no tener claras sus prioridades, se dejan llevar por las malas influencias. En esta categoría, se incluyen aquellos alumnos que suelen rondar al malote de turno, en muchos casos, algún repetidor. En el entorno del aula, estos alumnos se compinchan con el jefe de la banda para boicotear al profesor y una vez más, intentar hacer la gracia. En el entorno doméstico, lejos del alumno instigador, trabajan de manera más que satisfactoria. 

Finalmente, están los alumnos que se esfuerzan en atender en clase pero no consiguen seguir al profesor debido a las interferencias que los grupos anteriores generan en el aula. Así, en una clase virtual, donde cada uno está en su casa, el canal de comunicación está lo suficientemente limpio como para que la comprensión sea más fácil. En estas circunstancias atípicas, incertidumbre aparte, nuestros alumnos se están "coronando", demostrando capacidad de adaptación, esfuerzo y una paciencia de la que creíamos que carecían. Esa es la lección más importante del año.

sábado, 4 de abril de 2020

21 días después

Aquel jueves 12 de marzo, empecé mi jornada laboral con total normalidad. Ya hacía días que se habían implantado en el colegio las medidas higiénicas de prevención del coronavirus. Había papel y jaboneras en todos los baños de alumnos y los profesores teníamos gel hidroalcohólico a libre disposición. Incluso había niños que acudían a clases con su propio bote de alcohol y se desinfectaban las manos a cada rato, hasta tenerlas secas y agrietadas. Así, los miembros de la comunidad educativa vivíamos en una especie de calma tensa, hasta que a la una del mediodía de ese jueves, compareció en los medios el presidente de la Xunta y todo cambió.

La noticia de la suspensión de las clases me la dio una compañera en la sala de profesores. No nos habían proporcionado ninguna información previa, así que como el resto, nos enteramos por la prensa. Cinco minutos después, tenía clase con un grupo de alumnos un tanto problemático; la noticia me pilló tan de sorpresa que lo único que pensaba era, "ojalá aún no se hayan enterado". Pero los alumnos aprovechan los cambios de clase para mirar el móvil y cuando subí al primer piso, el bullicio era generalizado. Se escuchaban gritos en los pasillos, aquello parecía un auténtico motín carcelario. Y yo, debido a mi corta experiencia docente, no me veía preparada para afrontar la situación.

En cuanto atravesé la puerta del aula, los alumnos me bombardearon con un sinfín de preguntas. Y digo bombardear, porque literalmente aquello parecía la guerra. Los chavales estaban ansiosos de una información que por aquel entonces, no podía darles. No existían precedentes de nada similar, ni en su vida, ni en la mía. No había protocolo alguno que aplicar. Intenté mantener la calma en mitad de aquella angustia, escuchar a los alumnos y una vez manifestadas sus preocupaciones, retomar la clase. No sabía si hacía bien o mal. Por un lado, quería dejar que se desahogasen, por el otro, evitar que cundiese el pánico. Fue imposible, así que decidí ir a buscar al tutor del grupo para que me ayudase a tranquilizarlos. Después de eso, más o menos pude seguir con la explicación. Cuando me fui del colegio, el portero estaba desbordado, porque el teléfono no dejaba de sonar.

El día después, que por cierto era viernes 13, empezamos a vivir una auténtica película de ciencia ficción. El colegio estaba practicamente vacío, la mayoría de familias, no había enviado a los niños a clase. Los profesores, entre guardia y guardia, nos reunimos para discutir el protocolo de actuación. Afloraron en el claustro numerosas preocupaciones ante la alternativa del teletrabajo, que básicamente se resumían en dos: niños sin ordenador y profesores sin competencia digital. Sin tener muy claro lo que íbamos a hacer, dejando cada materia a criterio del profesor, nos fuimos de fin de semana. Hicimos en domingo una videoconferencia de urgencia y al día siguiente, la locura de la telenseñanza empezó.
Creo que nunca había tenido la vista tan cansada como durante estas tres semanas, en las que he pasado practicamente doce horas al día conectada al ordenador. Intentar dar atención personalizada a casi ciento cincuenta alumnos y familias es una ardua labor telemática. Crear contenidos, enviar comunicados, responder correos y atender vídeollamadas; esa ha sido mi rutina diaria. He tenido frecuentes dolores de cabeza, contracturas cervicales y los ojos irritados. Sin embargo, no todo es malo, pues en estos días aciagos, he recibido numerosos mensajes de reconocimiento de mi trabajo, palabras de aliento de muchos padres y madres y el cariño y agradecimiento de mis alumnos, a los que espero volver a ver en las aulas más pronto que tarde.

viernes, 27 de marzo de 2020

Prestidigitadores de la enseñanza

Nadie dijo que ser profesor fuese fácil y más en la incierta situación que estamos viviendo; en estos tiempos, en los que todo el mundo es político/epidemiólogo, en los que tenemos por costumbre opinar sobre el trabajo de otros. Pero a eso, los profes ya estamos acostumbrados; ser docente es como entrar en Gran Hermano, si entras, sabes que te van a criticar, que tu "concurso" va a ser juzgado. Los profesores, como todo hijo de vecino, nos equivocamos, pero siempre hacemos lo que creemos que es mejor para nuestros alumnos. Eso, todo tengo que decirlo, no nos lo niega nadie.

En estos momentos, los profesores estamos en medio de las familias y la Administración. Por un lado, esta última nos requiere dar parte de los contenidos que estamos trabajando. Veo lógico que haya que rendir cuentas a inspección, pero quizás ahora eso no sea lo prioritario. Por otro lado, las familias están expectantes, deseosas de recibir información sobre las materias y el futuro del curso, una información que aun no podemos darles. Y en el medio estamos los profesores, reprogramando nuestras clases, intentando sortear los obstáculos de la era digital y corroborando que, desgraciadamente, a este nivel existen desigualdades.

¿Cual es entonces la manera idónea de proceder en este caso? ¿Avanzar en el temario dejando atrás al alumnado que no dispone de medios informáticos o poner punto y aparte a nuestra programación impidiendo que los que quieran aprender avancen? Porque si ya es difícil atender a las necesidades individuales de cada alumno/a en el aula, hacerlo a través de Internet, sin poder mirarlos a los ojos, es practicamente imposible. Lo único  que podemos hacer es probar distintas estrategias y ver como la mayoría responde. Porque hagamos lo que hagamos, nada sustituye el contacto alumno-profesor.

Recuerdo que cuando estudiaba y me ponía frente a un determinado tema, si había asistido a clase, si había escuchado atentamente la explicación del profesor, apenas tardaba en memorizarlo. Era abrir los apuntes y se obraba la magia. La magia de aquel/aquella que había hecho hincapié en los aspectos más importantes, que había desgranado el contenido en pequeñas partes y que, fruto de su sabiduría y experiencia, había anticipado aquellos aspectos que nos iban a resultar más complicados. Es por eso que creo que por muchos videotutoriales que haya en Youtube, ninguno es mejor que el profesor que te conoce, que sabe de tus capacidades y que a diario está a tu lado.

sábado, 21 de marzo de 2020

Enseñar en tiempos de coronavirus

Ha pasado ya una semana desde que se decretó la suspensión de las clases en los centros escolares. A pesar de haber tomado las medidas de higiene necesarias en las semanas previas, a la comunidad educativa, este suceso nos pilló desprevenidos, a alumnos, familias y profesores. Teniendo en cuenta como la noticia se hizo pública (en horario escolar), fuimos los profesores que estabamos en el aula, los que tuvimos que dar la cara ante un alumnado confuso, asustado pero también lleno de júbilo, pues para una gran parte de adolescentes, el confinamiento venía a ser sinónimo de vacaciones.

En estas circunstancias excepcionales, a los profesores nos tocó replantearnos nuestra actividad docente para al menos quince días. Elaborar materiales didácticos lleva tiempo, tiempo del que no disponíamos al tener que dar respuesta a las familias, obligadas también a cambiar su rutina. Así, nos reunimos virtualmente en fin de semana, pegados al teléfono y al ordenador, discutiendo cual sería la mejor opción, ya que la "telenseñanza" no es tan sencilla de llevar a la práctica como otros tipos de teletrabajo. Si bien en cursos superiores, el alumnado está acostumbrado a trabajar con la plataforma; en cursos inferiores, el hecho de recordar el usuario y la clave de acceso constituye un desafío en sí mismo. Y es que los niños y niñas no están acostumbrados a trabajar con estas herramientas.

Por nuestra parte, los profesores intentamos seguir con la programación de la materia, pues en estas circunstancias, la escuela ha de ser para nuestros niños el factor normalizador de su rutina, un terreno conocido al que aferrarse. Cierto es que no van al colegio, pero no por ello, dejan de seguir aprendiendo. Y es que en el ámbito educativo, lo importante es no perder los buenos hábitos. A la vista está lo que sucede tras el verano, que la mayoría han olvidado la práctica totalidad de lo estudiado. Esto sucede porque el aprendizaje sigue siendo memorístico y no significativo.

En el intento de que el alumnado desarrolle su capacidad investigadora de forma autónoma, les propuse a mis alumnos de 2 ESO una serie de tareas relacionadas con las energías. Estas tareas incluyen interpretación de gráficas sobre consumo eléctrico, visualización de vídeos sobre energías renovables, búsquedas de información sobre centrales nucleares y por supuesto, el caso de Chernobyl, lo primero que mencionan ellos al oir las palabras "energía nuclear". Quizás sea un desafío para ellos este tipo de trabajo, quizás no sea el momento adecuado, quizás requieran ayuda de sus padres, quizás estos no estén dispuestos a dársela. Yo estoy convencida de tres cosas: de que son capaces, de que todo momento es bueno para hacer ciencia y de que ocultar la realidad a los chavales es contraproducente, pues en el mundo también suceden catástrofes.

viernes, 6 de marzo de 2020

Soy mujer y voy a investigar

En un aula de Secundaria, la respuesta más común y en muchas ocasiones, tristemente la única, a la pregunta "¿conoces a alguna mujer científica? es Marie Curie. Cierto es que esta increíble mujer marcó un antes y un después en la historia de la ciencia al recibir dos Premios Nobel. Quizás por haber sido reconocida en su época, sea la única cuyo nombre ha llegado a los oídos de las nuevas generaciones. Sin embargo, la gran mayoría han sido silenciadas e invisibilizadas. Por esta razón, como profesora de Ciencias, creo fundamental trabajar las figuras femeninas de la Ciencia al menos durante una semana. ¿Qué mejor que en vísperas del 8 M Día de la Mujer trabajadora?

Las tareas realizadas se encuadraron dentro de la materia de Física y Química de 2º ESO, que con tres horas semanales, permite disponer del tiempo necesario para trabajar contenidos extracurriculares. 

En la primera sesión, se dividió al alumnado en grupos de 4-5 y a cada grupo se le adjudicó un cómic sobre la vida de una científica (Hipatia, Ada Lovelace, Marie Curie, Rosalind Franklin y Hedy Lamarr), así como una ficha para completar con los datos más relevantes de su biografía de elaboración propia. Este material elaborado por científicas de la Universidad de Sevilla puede descargarse e imprimirse desde la siguiente página web: http://institucional.us.es/cientificas/. Una vez leido el cómic y cubierta la ficha, se escoge a un portavoz de cada grupo para que presente al resto de la clase a la científica en cuestión.

En la segunda sesión, se trabajó con la plataforma Científicas Casio, en la que aparecen recogidas las vidas de doce mujeres científicas (https://www.cientificascasio.com/).  Una vez más, se realizaron agrupamientos de 4-5 alumnos, a los que se le entregó una tablet con conexión a Internet. Durante 30-40 minutos, se dejó a los alumnos que explorasen la plataforma, tomando apuntes sobre lo más relevante de la biografía de cada científica. Para finalizar la sesión, se efectuó un Kahoot de repaso, disponible también en la web con tres niveles: fácil, intermedio y difícil.

En la tercera sesión, se trabajó la figura de Margarita Salas, científica española recientemente fallecida, a la que se conmemorará cada cuatro años, el 29 de Febrero. Para darla a conocer, se proyectó una entrevista suya, realizada en la plataforma educativa BBVA (https://www.youtube.com/watch?v=VjaUxzoJnbU&t=128s). Tras la visualización de la misma, se inició un debate sobre los aspectos más relevantes de la misma. 

Tras dichas sesiones, quiero pensar que algo ha cambiado en la mente de mis alumnos; quiero creer que ya son capaces de citar agún nombre, además del de la descubridora de la radiactividad. Y es que la Ciencia, es cosa de todos. "¿Y los hombres científicos?", pregunta un alumno. "Esos, están sobradamente representados en los libros de texto. Nos pasamos los días hablando de Newton, Joules, Einstein y no sé cuantos más". Creo que debemos revisar nuestros materiales didácticos, para revalorizar las contribuciones femeninas a la ciencia, no solo esta semana, sino todas las que vendrán.

Querido abuelo VII

Querido abuelo, Un nuevo año termina y como tengo por costumbre, me gustaría compartir contigo como evoluciona mi sueño de ser docente. Casu...