Enseñar en tiempos de coronavirus

Ha pasado ya una semana desde que se decretó la suspensión de las clases en los centros escolares. A pesar de haber tomado las medidas de higiene necesarias en las semanas previas, a la comunidad educativa, este suceso nos pilló desprevenidos, a alumnos, familias y profesores. Teniendo en cuenta como la noticia se hizo pública (en horario escolar), fuimos los profesores que estabamos en el aula, los que tuvimos que dar la cara ante un alumnado confuso, asustado pero también lleno de júbilo, pues para una gran parte de adolescentes, el confinamiento venía a ser sinónimo de vacaciones.

En estas circunstancias excepcionales, a los profesores nos tocó replantearnos nuestra actividad docente para al menos quince días. Elaborar materiales didácticos lleva tiempo, tiempo del que no disponíamos al tener que dar respuesta a las familias, obligadas también a cambiar su rutina. Así, nos reunimos virtualmente en fin de semana, pegados al teléfono y al ordenador, discutiendo cual sería la mejor opción, ya que la "telenseñanza" no es tan sencilla de llevar a la práctica como otros tipos de teletrabajo. Si bien en cursos superiores, el alumnado está acostumbrado a trabajar con la plataforma; en cursos inferiores, el hecho de recordar el usuario y la clave de acceso constituye un desafío en sí mismo. Y es que los niños y niñas no están acostumbrados a trabajar con estas herramientas.

Por nuestra parte, los profesores intentamos seguir con la programación de la materia, pues en estas circunstancias, la escuela ha de ser para nuestros niños el factor normalizador de su rutina, un terreno conocido al que aferrarse. Cierto es que no van al colegio, pero no por ello, dejan de seguir aprendiendo. Y es que en el ámbito educativo, lo importante es no perder los buenos hábitos. A la vista está lo que sucede tras el verano, que la mayoría han olvidado la práctica totalidad de lo estudiado. Esto sucede porque el aprendizaje sigue siendo memorístico y no significativo.

En el intento de que el alumnado desarrolle su capacidad investigadora de forma autónoma, les propuse a mis alumnos de 2 ESO una serie de tareas relacionadas con las energías. Estas tareas incluyen interpretación de gráficas sobre consumo eléctrico, visualización de vídeos sobre energías renovables, búsquedas de información sobre centrales nucleares y por supuesto, el caso de Chernobyl, lo primero que mencionan ellos al oir las palabras "energía nuclear". Quizás sea un desafío para ellos este tipo de trabajo, quizás no sea el momento adecuado, quizás requieran ayuda de sus padres, quizás estos no estén dispuestos a dársela. Yo estoy convencida de tres cosas: de que son capaces, de que todo momento es bueno para hacer ciencia y de que ocultar la realidad a los chavales es contraproducente, pues en el mundo también suceden catástrofes.

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