Notitis febril

El otro día me comentaba una compañera el siguiente suceso acaecido en el colegio. Dos niñas de 5º de Primaria, comentando los resultados del último examen. Niña 1 dice: "saqué un 7,5". Niña 2 responde "vaya mierda de nota, tu madre te va a matar". Semejante aseveración me ha hecho pensar en cómo hemos perdido el norte como sociedad. Parece que ser buena persona o tener cultura ya no es prioritario, lo importante, lo que nos define, es la nota de los exámenes. O eso creen la mayoría de alumnos, convencidos de que el que saca un 10 vale infinitamente más que el del notable. A este respecto, no puedo dejar de preguntarme si este pensamiento se debe a la presión de un núcleo familiar hiperexigente o simplemente pertenece al terreno de la fantasía adolescente.

A nivel de enseñanzas medias, convencer al alumnado de que los exámenes no son más que una herramienta de evaluación es imposible para el profesorado. A ellos, no les importa aprender de los errores; sino aprobar e ir pasando de curso. Y a algunos, lo que les preocupa de forma exclusiva es obtener la mejor nota de su clase. En parte, no podemos culparlos, ya que el acceso a la universidad estará condicionado por la famosa "nota de corte", puesto que de alguna forma los estudios hay que baremarlos. Lo preocupante del asunto es que esta obsesión por "ser el mejor" cada vez comienza antes, existiendo gran cantidad de niños que viven una angustia permanente y soportan unos niveles de estrés anormales para su edad. Y por desgracia, también muchos niños medicados.

¿Cual es el origen entonces de esta obsesión por sacar dieces? No son pocos los niños que no se conforman con el 9 y se echan a llorar ante lo que consideran un fracaso. ¿Nace de ellos o es fruto de la presión parental? Llamadme ilusa pero me cuesta creer que haya personas que inculcen a sus hijos estos valores, que les enseñen que su valía viene determinada por un número escrito en un papel. Supongo que todo padre desea lo mejor para su hijo, le insta a superarse y a ser alguien de provecho, pero siempre dentro de unos márgenes. Cuando estos se desdibujan y la salud mental del niño está en riesgo, debe sonar una señal de alarma. Por desgracia, hay progenitores que, consciente o inconscientemente, llevan a sus hijos al límite, con la falsa idea de ayudarles a ser mejores.

Si no proviene de los padres, entonces ¿de dónde surge esta "notitis" febril que infecta al alumnado? Me atrevería a señalar algunas de sus causas. La primera, la crisis de valores en la que nos hallamos. El alumno diez educado con el profesor y empático con sus compañeros ha sido sustituido por el alumno que saca dieces, haciendo alarde de una gran pedantería. La segunda, la necesidad de autoafirmación del adolescente que pretende destacar en el grupo de iguales, siendo objeto de admiración para el resto de la clase. La tercera, la figura del niño emperador, acostumbrado a ganar en todo, engendrado en una familia que le rinde culto a su perfección. En definitiva, sociedad, familia y profesores, todos tenemos un papel clave en la difusión de esta epidemia que afecta a la educación.

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