Enseñar a quien no quiere aprender

Uno de los principales hándicaps de enseñar en Secundaria es que en no pocas ocasiones, el alumnado no tiene el mínimo interés en aprender. La juventud está completamente desmotivada y es difícil descubrir sus centros de interés. No es que no les guste una materia, es que no les gusta ninguna. Muchos se dedican de forma exclusiva a ver la vida pasar, agotando al sistema hasta que cumplen la edad necesaria para irse a la FP básica. Pasan los años, no aprueban ninguna pero pasan de curso por imperativo legal. Y así se perpetua el fracaso escolar.

En mi corta carrera docente, he dado clases en la Universidad y también particulares a domicilio. La diferencia con la enseñanza en Secundaria es abismal. En el primer caso, el alumnado supera los dieciocho años y ha escogido una carrera de forma vocacional. En el segundo, el docente tiene un único alumno, que por la cuenta que le trae (y el bolsillo de sus padres), sacará el máximo partido a las clases. Superada la adolescencia y al margen de las distracciones del grupo, la enseñanza es sin lugar a dudas, una tarea muy gratificante.

Enseñar en Secundaria, sin embargo, es un reto de mayor dimensión, se trata de transmitir conocimiento a un gran grupo de personas obligadas a permanecer entre esas cuatro paredes del aula. Es por eso que el alumnado usará estrategias varias para distraerse y perder el tiempo. No faltará quien pida cincuenta veces ir al baño, quien se ofrezca para hacer fotocopias aún cuando sea innecesario o quien pregunte de forma repetitiva lo último que se acaba de decir. El caso es obstaculizar la labor docente.

Por suerte, aún quedan alumnos en Secundaria con un ansia inagotable de aprender. No me refiero a aquellos a los que sólo preocupa sacar el diez, los resultadistas, como les llamo yo. Las dudas de estos se refieren únicamente a los exámenes, lo que les importa es ser el mejor. Me refiero a esos alumnos que se acercan al profesor cuando termina la clase y le plantean cuestiones de todo tipo, aunque no tengan que ver con la materia que se está explicando. Me refiero a esos alumnos que son capaces de razonar, más allá de la chapatoria. Esos alumnos que son conscientes de que los exámenes no son más que una herramienta de evaluación, esos alumnos que cuando toca el timbre te dicen "profesor/a, me gustan mucho tus clases".

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