Querido abuelo

Querido abuelo,

Sé que a ti te hubiese gustado que siguiese investigando. Te llenaba de orgullo hablar de mi trabajo en la universidad. Recuerdo cuan henchido estabas el día que presenté mi tesina: con tu traje de rayas, tu gorra y esa pose tuya tan elegante. A mi tesis no pudiste asistir, fueron solo tres meses, pero la vida te llevó antes. A ti quise dedicar mi manuscrito, porque siempre me inspiraste y lo sigues haciendo. Me basta con pensar en tu sonrisa, esa que tenías el día que presenté mi primer monólogo, para sentirme en calma. Porque tú me apoyabas incondicionalmente y eras mi fan "number one".

Creo que no te sorprendería saber que he dejado a un lado la veterinaria y ahora, me dedico a la enseñanza. Si tú supieras abuelo, como han cambiado los tiempos desde que tú nos llevabas al colegio. En aquel entonces, algunos profesores aún usaban la vara con los niños que se portaban mal en Primaria. Había alumnos inquietos en las aulas pero no existía la famosa hiperactividad de la que todo el mundo habla. Los niños acudían a actividades extraescolares, una o dos que les gustaban; hoy tienen la agenda más apretada que muchos adultos y apenas tienen tiempo para jugar. Los niños de ahora viven rodeados de pantallas. Y pensar que nosotras no tuvimos móvil hasta los 17 años...

Los adolescentes ya no juegan al Mario Bros, sino al famoso Fortnite. En él, tienen que matar gente y se pasan horas enganchados al ordenador. Estudios científicos han demostrado que ese tipo de videojuegos crea adicción y los vuelve violentos. Y efectivamente, es lo que sucede. No me refiero a unos cuantos empujones en el patio del colegio, sino a la forma que tienen de relacionarse. Aunque el acoso hacia el diferente existió siempre, ahora se agrava en Instagram y los grupos de WhatsApp. Por esta razón, las patologías mentales en adolescentes se han incrementado tanto en la actualidad. Al mal uso de las tecnologías hay que sumarle los altos niveles de competitividad, que hacen que el adolescente se convierta, en muchas ocasiones, en una bomba a punto de estallar.

Pero tranquilo, abuelo, que yo no pierdo la esperanza. Aunque el panorama de la enseñanza pueda parecer desalentador, hay muchos aspectos en los que el tiempo pasado no fue mejor. Ahora en los colegios se atiende a la diversidad de los niños desde edades tempranas, se trabajan la autoestima y la motivación para ayudarlos a crecer no sólo en conocimientos, sino también como personas, ha aumentado su sensibilidad en torno a temas como el medioambiente o la violencia contra la mujer y gracias al acceso a la información, aparecen pequeños genios en todas las partes del mundo. Y esto, es lo que intento hacer ahora, abuelo, ayudar a los niños en este proceso. Espero que estés orgulloso.

Te quiero,

Eva

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