domingo, 9 de mayo de 2021

El laboratorio en Biología 3º ESO

La materia de Biología y Geología en 3º ESO dispone de solo dos horas semanales, siendo necesario en la práctica reducir el currículum por falta de tiempo. La materia se divide en tres grandes bloques: la célula como unidad estructural y funcional de los seres vivos, las personas y la salud y el estudio del relieve terrestre, además del método científico que se trabaja transversalmente en todos los temas, para  terminar el curso realizando un proyecto de investigación. La decisión de impartir Geología quedará al criterio del centro o del profesor, siendo una de las opciones más realistas suprimir esta parte, que se trabajará en profundidad en 4º ESO al estudiar la tectónica de placas. Por tanto, una posible distribución de la materia por evaluaciones sería la siguiente: la célula en la primera, la dieta y la salud en la segunda y la anatomía humana en la tercera. ¿Qué prácticas de laboratorio se pueden realizar entonces?

En la primera evaluación, comenzaremos con una práctica sobre normas de laboratorio y manejo del microscopio. A este respecto, debemos ser conscientes de que aprender a usar el microscopio es algo que lleva tiempo a los estudiantes, siendo probable tener que dedicar varias sesiones a ello. Una vez sepan utilizarlo y tras haber explicado en la teoría las partes de la célula, ya podremos pasar a la práctica de observación de muestras, ya sea in vivo (levadura) o previa tinción (células vegetales en cebolla). Para estas prácticas hay muchos guiones disponibles en la red; además, los materiales necesarios los encontramos en cualquier laboratorio escolar: microscopio, portaobjetos, cubreobjetos, vidrios de reloj, pinzas, colorantes y poco más. En relación a las dificultades que puedan surgir, lo más frecuente es la ruptura de portaobjetos por parte de los estudiantes al acercar demasiado la platina a los objetivos. Nuestra misión es procurar que no se corten con los restos, ni se manchen con los colorantes.

En la segunda evaluación, nos centraremos en el estudio de los alimentos y la dieta. Para ello, resulta muy interesante, llevar a cabo una práctica de análisis del etiquetado de los alimentos. Una vez proporcionemos a los estudiantes la información que debe estar incluida en una etiqueta, les pediremos que analicen algunas, pudiendo ser ellos mismos los que traigan una pequeña colección de casa. A continuación, pasaremos a realizar la práctica de reconocimiento de nutrientes en los alimentos, principalmente glucosa, almidón, grasas y proteínas. En esta práctica, será el profesor quien prepare los distintos reactivos (Fehling, lugol, Sudán III y reactivo de Biuret, respectivamente) y los ponga a disposición de los estudiantes. En el caso concreto de la glucosa, se necesita calentar con mechero; lo más prudente en este caso es que sea el docente quien realice el procedimiento y ellos observen. 

En la tercera evaluación, entramos de lleno en el estudio de la anatomía humana. Si nuestro laboratorio dispone de modelos de los distintos órganos, aparatos y sistemas, que los estudiantes puedan manipularlos será una opción estupenda para su aprendizaje. Esta práctica, los alumnos, la suelen disfrutar especialmente, si bien son frecuentes ciertos incidentes, como el juego con los cráneos, el hurto de algún elemento de laboratorio y por supuesto, el bullicio generalizado que impide al profesor llevar a cabo las explicaciones y que se da siempre que los estudiantes salen del aula.

jueves, 6 de mayo de 2021

SOS adolescentes

Que los adolescentes son un colectivo vulnerable a los problemas de salud mental es una cuestión harto conocida por familias y docentes. Que la fatiga pandémica se ha cebado especialmente con ellos, es un hecho contrastado por los que compartimos su día a día en las aulas. Muchas veces me cuestiono porqué ahora parece que los jóvenes tienen más problemas mentales que antes. Cuando yo iba al instituto, pocos niños o casi ninguno acudían a terapia con especialistas (al menos que yo tenga conocimiento); a día de hoy, las consultas de psicólogos infanto-juveniles están colapsadas de niños con déficit de atención e hiperactividad, trastornos de ansiedad, depresión y un montón de cosas más. 

A veces, creo que los niños de ahora no tienen la resiliencia de antaño. Quizás sea por haber sido criados entre algodones, les cuesta mucho afrontar los problemas y encajar los fracasos. Pueda derivarse esta actitud de la sobreprotección paterna, que impide a los hijos tropezar, en lugar de ayudarlos a levantarse. Este comportamiento se hace patente, por ejemplo, cuando el niño no pregunta al profesor, sino que es el padre o la madre el que envía un comunicado para decir que su retoño no ha entendido algo. Y así, a pesar de que vayan creciendo, los seguimos infantilizando. Pero este no es un problema exclusivo de los padres, sino que también los profes somos responsables, pues nos sorprendemos a nosotros mismos subrayando el libro de texto a estudiantes de dieciséis años, privándolos así de la capacidad de discernir lo importante.

Otras veces, pienso que los adolescentes de ahora se enfrentan a problemas más graves que los que teníamos antes, debido en gran parte al impacto de las redes sociales. La generación analógica ha dado paso a la generación tecnológica, que durante su primer año de vida ya aprende a manejar la tablet. Los niños, como los adultos, se vuelven esclavos de las pantallas, y su personalidad pasa a estar directamente influenciada por las redes sociales. Si aceptarse durante la pubertad ya es difícil de por sí, imitar los cánones actuales es peligroso a la par que inquietante. Los niños ya no aspiran a ser como sus padres o sus profesores, sino que quieren vivir de las redes como sus ídolos hacen. Moda y videojuegos, esas son sus prioridades. Si a todo esto sumamos la incertidumbre sobre a qué dedicarse, la imposibilidad de pasar tiempo con los amigos o la desmotivación provocada por la pandemia, bastante hacen los pobres con seguir adelante.

A la presión por encajar, característica de estas edades, hemos de añadir la presión por "ser perfectos", que algunos padres imponen a sus hijos. Sorprende enterarse como alguno que otro castiga a su hijo sin móvil por bajar del 9 al 8,75. En el otro extremo, están los que tras un curso entero de incidencias, aún no han decidido manifestarse. Lo social, lo de casa y desgraciadamente, el acoso virtual; porque si algo les importa a los chavales es lo que opinen sus iguales. Es aquí donde los móviles se convierten en armas con las que se hieren unos a otros profundamente. Cuando en mi época se metían con nosotros en el patio del colegio, teníamos donde refugiarnos, en la desconexión de nuestros hogares. Ahora, los adolescentes que sufren, no tienen lugar a donde escaparse, aunque siempre les quedará la escucha comprensiva y el abrazo amable de un profesional, de un profesor o de un padre. 

Querido abuelo VII

Querido abuelo, Un nuevo año termina y como tengo por costumbre, me gustaría compartir contigo como evoluciona mi sueño de ser docente. Casu...