martes, 31 de diciembre de 2024

Querido abuelo VII

Querido abuelo,

Un nuevo año termina y como tengo por costumbre, me gustaría compartir contigo como evoluciona mi sueño de ser docente. Casualidades de la vida, esta es la séptima carta que te escribo y este, mi séptimo curso trabajando de profesora. Te fuiste antes de que empezara este camino, abuelo, pero lo recorres a mi lado, sonriéndome a diario desde mi fondo de pantalla. No sabes la ilusión que me hace que me digan que me parezco a ti cuando descubren en mi ordenador nuestro retrato. 

Este curso me tocó algo que añoraba desde hace tiempo, abuelo, ser tutora. Con mucha ilusión y algo de vértigo, asumí el reto con una L a la espalda. Y tuve mucha suerte, pues me tocó una tutoría de adultas fantástica. Mis alumnas comprenden mi inexperiencia y cada día, aprendo algo nuevo de ellas. Son personas admirables, abuelo. La mayoría vuelven a estudiar después de años, compaginando los estudios con sus familias y su trabajo. Tú mejor que nadie sabes que si escogí la enseñanza media es porque me gusta el trato directo con el alumnado. Poder acompañar a este grupo me hace sentir privilegiada.

Además de la tutoría, tengo otra novedad que contarte, abuelo. En el centro en el que estoy este año el claustro es muy comprometido y se hacen muchas cosas. Es por eso que me siento como pez en el agua. No sabes qué alegría sentí cuando el equipo directivo aceptó mi propuesta de celebrar una jornada de voluntariado. Como no podía ser de otra forma, ese día hablé de ti, de cómo el voluntariado me ayudó a sobrellevar tu pérdida y de como desde entonces, esas experiencias transformaron mi vida. Porque como en otros muchos aspectos, en este también fuiste y eres fuente de inspiración.

No te voy a engañar abuelo, la tutoría tiene sus retos. Encontrar el equilibrio entre la comprensión de las circunstancias individuales y el buen funcionamiento de la clase en ocasiones, no es fácil. En personas adultas además, la casuística es más heterogénea. Como tutora, soy consciente de que mi  responsabilidad es abogar por el grupo ante el resto de profesorado, pero también llamarlo a filas cuando es necesario. Algo así como ser a la vez el poli bueno y el poli malo. Después de seis años como profesora rasa, llegó el momento de saltar de pantalla, abuelo. Gracias por ser mi combustible para seguir caminando.

Te quiero

viernes, 1 de noviembre de 2024

Docente sustituto, maestro en mudanzas

Mucho se habla de la buena vida del docente, no tanto de lo convulso que es el inicio del curso para el profesorado sustituto. La gente suele decirnos que no podemos quejarnos, tenemos el mejor calendario. Si bien esto es cierto, pocos son conscientes de la vorágine que supone para nosotros el mes de septiembre. Tras la calma veraniega, llega el momento más estresante del curso. Consultar la aplicación de la Consellería a diario, estar pendiente del teléfono y prepararse para, de un día para otro, tener que mudarse.

Si tienes la suerte de obtener plaza en agosto, podrás ir preparando el aterrizaje, buscando opciones con calma. Lo más habitual, sin embargo, es que no te avisen hasta el día anterior al inicio de clases. No tienes tiempo a buscar vivienda ni sabes que materias impartirás; lo que toca es ir día a día, sobreviviendo hasta el fin de semana. Es lo que yo llamo un aterrizaje de emergencia. Para los que somos de organizarnos con tiempo, esta situación es muy desafiante, ya que resulta complicado centrarse en la planificación de clases cuando no tienes un lugar donde cobijarte. Es por eso que siempre nos utilizo a los docentes sustitutos como ejemplo ilustrativo de la Pirámide de Maslow. 

Básicamente, existen tres opciones en el aterrizaje: conducir hasta tu casa, alojarte en una pensión u hostal o quedarte con el primer piso que encuentres medianamente confortable. Hay quien baraja la opción también de comprarse una autocaravana. La premura te impide prestar atención a varios detalles en los que en otras circunstancias, te fijarías a la hora de mudarte, como por ejemplo las humedades. Te pican los ojos, se te hiela la cabeza en cama y convives con los hongos que proliferan en superficies varias. En el mejor de los casos, dispones de un deshumidificador, en el peor, recurres a la ventilación. Un tema aparte es el menaje, que hasta que no lo tienes, no caes en la cuenta de como es de indispensable. Quizás en el anuncio del piso ni siquiera figure esto, quizás con las prisas ni cuenta te has dado.

Es por eso que la toma de posesión de una plaza desata una oleada de cortisol, que con suerte durará un par de semanas, hasta que por fin, consigas estar instalada. Es posible que esos primeros días, tengas que dormir tapada con una toalla porque no tienes ropa de cama. Quizás tengas que comprar platos y vasos desechables, una cucharilla para tomarte un yogur o un cuchillo para hacerte un bocata. Tendrás que renunciar a beber y comer caliente, por no disponer de tazas, sartenes u ollas. Pequeñas miserias cotidianas del que tiene que enfrentarse en tiempo récord a lo que según los expertos es uno de los sucesos vitales más estresantes: mudarse. Menos mal que como en todo en la vida, la experiencia es un grado y año tras año, vamos haciendo callo. 

viernes, 2 de agosto de 2024

La frustración en la carrera docente

Una vez, mi director de tesis me dijo lo siguiente en relación a su puesto de profesor en la universidad: "los que estamos aquí no es que seamos mejores, simplemente resistimos el desgaste al que nos somete el sistema". Después de unos años dedicándome a la docencia y habiéndome introducido este último en el sistema público, he descubierto que tenía razón. Me sigue sorprendiendo que alguna gente juzgue "la buena vida" del profesorado, sin ser consciente de la carrera de obstáculos que supone tener una plaza. Las personas que lo logran son auténticos héroes y heroínas a los que a base de trabajo duro y muchas renuncias, en un momento dado, les ha sonreído la suerte. Factor clave cuando se suma al esfuerzo.

Empecemos por la enseñanza privada. Puede ocurrir que el perfil de profesor encaje con el proyecto educativo del centro, que el equipo directivo esté satisfecho con su trabajo, que congenie con sus compañeros, que sea valorado por el alumnado pero... no existan vacantes tras concluir la sustitución pertinente. El docente, 100% implicado con el colegio, habrá de lidiar con la frustración que supone que valoren su trabajo, pero no haya vacantes en el claustro. Quizás le aborde el pensamiento "si lo hubiese hecho mal, sería más fácil entenderlo". Aunque le cueste encajar la no renovación, se dará cuenta de que lo importante es la sensación de haber hecho lo correcto y buscará otros colegios, hasta que en un momento dado, consiga una jubilación o una plaza recién creada. Para que luego digan que es fácil trabajar en la privada. Suerte sí, pero buscada.

Sigamos con la enseñanza pública, el culmen de la meritocracia; un sistema que desafía la salud mental del profesorado año tras año. En tanto que sustituto, el docente tratará de acostumbrarse a la incertidumbre de no saber donde estará o que materias impartirá el curso próximo, con las consecuencias que esto traiga para su vida personal. A ello, le sumará la preocupación de hacer cursos para sumar puntos en el famoso concurso-oposición (si es que un día llega a aprobarla). Estudiará varios años consecutivos, llegará incluso a aprobar el examen, pero quizás no obtenga la plaza. Habrá de lidiar con la frustración del esfuerzo no recompensado y seguirá intentándolo (obligado por el sistema), hasta que un buen día, consiga situarse a la cabeza de la lista y obtenga la plaza. Una vez más, la suerte sí, pero buscada.

Volviendo al doctorado, por el que comenzamos. Si algo se aprende en esos años, es a ser resiliente, a trabajar para ver resultados en el plazo de años y sobre todo, a aceptar que hay factores que no dependen de uno mismo en la consecución de un puesto. La existencia de vacantes en los centros concertados, la obtención de una plaza en el concurso-oposición o mismo la consecución de una plaza docente en la universidad son sucesos que, en cierta manera, dependen del azar y de la situación de otras personas. La suerte no llega de repente, hay que vencer la frustración y no dejar de perseguirla. 

miércoles, 3 de julio de 2024

La liga de la educación formal

El otro día, mientras esperábamos en la lectura de las oposiciones, un compañero de especialidad me dijo: "si no puedes jugar en primera división (refiriéndose a la Universidad), lo mejor es estar en segunda" (Formación Profesional). Desde entonces, llevo tiempo dándole vueltas a este comentario. Mucha gente opina que ser profesor de universidad es el culmen de la docencia. Si bien es cierto que los profesores universitarios han de ser doctores, no existen tantas diferencias con respecto a los docentes de enseñanza media mientras no se obtiene plaza fija: el salario y la inestabilidad laboral son parecidos. Quizás lo que entra en juego aquí es el distinto reconocimiento social que tiene la enseñanza en cada una de estas etapas.

En mis años como doctoranda y en el semestre en el que fui profesora en una universidad a distancia, me di cuenta de que el trabajo del docente se limita a la impartición de clases magistrales, corrección de exámenes trimestrales y tutorización de trabajos fin de titulación. Esto es así porque el alumnado es adulto y por lo general la docencia ocupa la mitad del tiempo del profesor o profesora, que dedica la otra mitad a la investigación. Esto hace que en ocasiones, los profesores universitarios descuiden sus obligaciones docentes y como consecuencia, los estudiantes reclamen desesperadamente su atención, sobre todo en lo que se refiere a la realización de trabajos. El trato con el alumno se restringe en este caso a una videollamada grupal, unos cuantos emails intercambiados a lo largo del curso y a un "tu cara me suena" en las pruebas de evaluación. 

En los años que llevo como profesora de Enseñanza Media y especialmente durante la pandemia, me di cuenta del papel clave del docente como guía-orientador del aprendizaje. A este nivel, el profesor o profesora desgrana los contenidos, diseña actividades y realiza un seguimiento exhaustivo de los estudiantes, que muchas veces son incapaces de abordar el temario en su ausencia. Por su edad, el alumnado aún carece de la autonomía necesaria para adquirir el conocimiento de manera independiente. Es por eso que el docente de Enseñanza Media marca tareas, realiza pruebas frecuentes y es conocedor de la casuística académico-personal de los estudiantes. Además de las horas de pizarra, ha de corregir tareas, un sinfín de exámenes y comunicarse con tutores y familias.

En mi opinión, todos los maestros y maestras, sin importar el nivel, merecen el mismo respeto. Me atrevería a decir incluso que cuanto más pequeños son los alumnos, más importante es la figura docente: Infantil, Primaria, Secundaria y por último, Universidad. Para muestra, lo mucho que quieren los estudiantes a las docentes de Infantil y la animadversión que generan muchos catedráticos. No se trata de desprestigiar la labor de los profesores universitarios, si no de darles a los docentes de etapas preuniversitarias la misma consideración y respeto, ya que en realidad, todos jugamos en la misma liga.

domingo, 23 de junio de 2024

Querido abuelo VI

Querido abuelo,

Parece mentira pero otro curso ha terminado, el tiempo cada vez pasa más rápido. Como ya te conté anteriormente, este año supuso un gran cambio para mí. Entrar en el sistema público fue encontrarme de lleno con la burocracia, pero también con un horario llevadero y grandes oportunidades formativas. Me ha tocado ponerme al día con la documentación y poner a prueba mi ingenio para motivar a un alumnado de lo más heterogéneo. Pero ya me conoces abuelo, con lo que me quedo siempre, es con el factor humano. Al margen de los recursos, a veces incluso a contracorriente del sistema, la educación es posible gracias a las personas.

En la escuela pública, he encontrado magníficos compañeros. Como sustitutos e interinos, intentamos no naufragar en la tempestad del curso académico, al fin y al cabo todos somos novatos. Por eso, la mayoría de gente está dispuesta a echar una mano. Este año he conocido a profesoras y profesores comprometidos con la igualdad, el cuidado medioambiental, la potenciación de la creatividad y el trabajo directo con las familias. En lo que respecta al alumnado, he visto salir adelante a estudiantes con situaciones complejas, pero también como perdíamos a otros en el camino. Ya sea por falta de recursos en casa o de motivación en el aula, algunos abandonan el sistema sin que podamos hacer nada. Es algo a lo que es difícil acostumbrarse. La cara y la cruz de un sistema público, que da cabida a todos, también a los hijos e hijas de aquellas familias que no pueden pagar clases particulares.

Pero ser docente en el sistema público, también lleva implícito otro requisito: pasar por la famosa oposición, un sistema de baremación del profesorado, en el que se valora la capacidad memorística y la práctica docente y en el que la suerte, es un factor clave. Estemos o no de acuerdo con este sistema, es algo por lo que debemos pasar los docentes si queremos seguir enseñando. Y eso también lo he aprendido este año, abuelo. Que lo importante es dar lo mejor de una misma y que ese examen que a priori puede parecer aterrador, no es más que una oportunidad de seguir aprendiendo y un recordatorio básico de lo que significa ser docente: revisar lo que haces año tras año. Un largo camino, que estoy empezando; siempre contigo a mi lado. 

Como siempre te digo abuelo, creo que este es uno de los mejores trabajos del mundo. Aunque hay momentos muy complicados, el cariño que recibimos los maestros es ilimitado. Este curso en particular, he tenido estudiantes que lo han pasado realmente mal, para los que las profesoras fuimos un salvavidas y que incluso, llegaron a decirnos "te quiero". Ahí caí en la cuenta, abuelo, que la escuela es el único lugar seguro para muchas personas. Y en cuanto al trámite por el que tenemos que pasar los docentes, quizás este pensado para hacernos mas resilientes y poder hablar con conocimiento de causa de la aceptación de los "fracasos" y del valor del esfuerzo sostenido en el tiempo. Nada mejor que predicar con el ejemplo.

Gracias abuelo por la paz y tranquilidad que me infundes siempre, sé que eres tú.

Te quiero,

Eva

lunes, 5 de febrero de 2024

FP BÁSICA: FALLO DEL SISTEMA

Al poco de enterarme que este año me tocaría dar clase en FP Básica, uno de mis primos, que lleva bastantes años como docente de Formación Profesional, me dijo: "al alumnado de FP Básica, lo único que le puedes dar es cariño". En su momento, la frase me pareció desoladora. Sin embargo, inicié el curso motivada por el reto de intentar enseñar algo útil a un grupo de chavales en los que confluyen necesidades educativas especiales, problemas conductuales y situaciones familiares complejas. En muchas ocasiones, agravado esto, por el consumo de sustancias. Nuestro alumnado son las víctimas del sistema.

Cuando empezó el curso, enseguida me di cuenta de que la motivación por el aprendizaje en estos chavales no es que sea escasa, es que es inexistente. Esto se manifiesta en el saludo diario, cuando a los "buenos días", contestan "serán para ti" y eso, los que contestan. El tiempo de atención es muy limitado, cinco minutos de discurso del docente bastan para que hayan desconectado. Entonces, se entretienen lanzando objetos y faltándose al respeto, algo que parecen haber asumido como deporte. El insulto es su lenguaje; los gritos, su tono habitual. El esfuerzo del docente, afanado en aplicar metodologías alternativas que puedan motivarlos (jugar, construir, experimentar), se ve recompensado con burlas o la más absoluta indiferencia. Y es así como, psicológicamente agotado, el docente coge la baja después de Navidades. En cuanto a ellos, la vida sigue igual: un día más calentando la silla, uno menos para que se acabe la obligatoriedad. Es algo que reconocen abiertamente además, "cuando cumpla los dieciséis, ya no me veis más". Y llegado el día, la terrible profecía se cumple: adiós escuela, hola delincuencia.

Personalmente, creo que nuestra labor como docentes es evitar que estos alumnos abandonen el sistema, contagiarles la ilusión por un oficio, por hacer algo de provecho con sus vidas. La teoría todos la conocemos, pero la práctica, el día a día en las aulas, es otra historia. Dar clase, la labor más grata para un docente, se convierte en una penitencia, un reto desalentador, sobrevivir hasta final de curso. Vale que el alumno estándar de FP Básica no sea receptivo, pero tampoco se trata de estigmatizarlo aún más, sino de buscar la forma en la que el sistema ayude al profesorado en la ardua tarea de educarlos.

Desde que hace unos meses, empecé a impartir docencia en esta etapa, he reparado que determinados aspectos de la organización escolar juegan en contra del profesorado. En primer lugar, no se entiende como estos chavales tienen en su horario dos horas seguidas de la misma materia. Es lógico en el taller, pero no en los módulos comunes que habitualmente aborrecen. Son horas completas además, no sesiones de 50 minutos como en la ESO. La primera la aguantan, pero la segunda es un esfuerzo titánico, una batalla perdida para el docente. Por otra parte, no se concibe como estos chavales, muchos de ellos con TDAH, no tienen al menos dos horas semanales de Educación Física; necesitan moverse, como cualquier adolescente, pero más si cabe. Igualmente, es sorprendente que en FP Básica no existan las adaptaciones curriculares, gracias a las cuales, muchos alumnos con dificultades salen adelante en Secundaria. Tampoco hay en los centros, profesorado de pedagogía terapéutica que trabaje con ellos, lo que nos pone en la esperpéntica situación de explicarle ecuaciones de primer grado a un alumno de quince años que suma con las manos. Todo esto añadido al gran problema de todo el sistema educativo: las ratios, que dadas las características de este alumnado, debieran ser aún más bajas.

No sea esta una canción desesperada, porque si de algo estoy segura es de que la educación puede cambiar el mundo; aún quedan muchos y muchas docentes en las aulas con ganas de intentarlo. Necesitamos, sin embargo, que nos doten de los recursos necesarios para que no nos pueda el desánimo. Si la pérdida de autoridad es un mal generalizado del sistema educativo, la vulnerabilidad del profesorado de FP Básica es máxima, sometido como está diariamente al desplante y con esa perpetua sensación de fracaso. En los tiempos que corren, más que nunca, ser docente es ser valiente.

Querido abuelo VII

Querido abuelo, Un nuevo año termina y como tengo por costumbre, me gustaría compartir contigo como evoluciona mi sueño de ser docente. Casu...